Esa ingrato que desde pequeña me gratinó el oído con hechos de
miel y expectativas grandes.
Esa que no tiene caducidad y que se renueva para no morir aunque
uno muera.
Hoy hable de él, “El Confort” y lo miré. No sé si el me miró pero
yo lo enfrenté. Le hice muchas preguntas con mi mente cuerda y se burló… ¡se burló
de mi el muy cabrón y antes de contestarme, me invitó una michelada en el
sillón de mi sala; me observó fijo y fuerte a los ojos y supo que mis pies no
aguantaban así que me acercó unas “chanclas”…
-No voy a caer, no voy a caer –me digo-.
-¿Estoy cayendo? –le pregunté…
-¡Contéstame! –le aventé.
Y ahora que supo que ya me había puesto cómoda, mi miro suave.
Comenzó a contarme su vida, mi vida; desde que nació, desde que
nací.
Me recogí el cabello, lo puse cómodo.
Ya caí y siento flojera de salir.
¿Será que es parte de mi? así como lo es mi dedo mas gordo y
chueco… como lo es el lunar en mi ojo izquierdo, ¿lo es? –aún no me contesta…
“Haydeé, mañana te levantas temprano, te pones los tenis y un
pants y sales con Lola a caminar, me dije ayer y en cuanto amaneció hoy,
preferí cinco minutos mas, darle un beso en la frente a Superman y pensar en
qué hacer de almorzar.
“¿En qué momento?” –me volví a decir.
“¿Lo ves? –me preguntó el confort que llevaba un pantalón de
algodón por el calor…
Me dijo: “somos tú, tus ganas y yo; me voy cuando tu quieras,
cuando salgas a correr, cuando intentes otra vez hacer el arroz, cuando te desveles
con tu esposo viendo el box y cuando decidas recordar tu valor y perder el
miedo, hasta ese momento dejaras de verme y tenerme.
-“¿Cómo –le pregunté-, tengo que intentar otra vez hacer el arroz
y que no se me queme para poder dejar de verte?.
-¡Sí!, me contestó.
Mi mente cuerda me hace pensar que todo implica un riesgo. Todo
atenta contra mis miedos, contra mi “puedo y quiero” y a estos no los voy a
dejar,… ¿los voy a dejar?
Luego ya no lo veo, se fue.
Camino a la cocina y veo el reloj, son las 03:00 de la mañana –para
mi una hazaña- y sigo despierta.
El cabrón no se despidió…